Ayer tuve de nuevo una conversación que he mantenido cien veces. Cosas del día de la marmota imagino. Una persona a la que le gustan los perros y los tendría, pero no acaba de ver que puedan ser felices en un piso pequeño.
Nada más lejos de la realidad. La felicidad de un perro depende de que seamos capaces de dedicarle tiempo para darle los paseos y el ejercicio que necesita. Y eso es algo muy variable que no depende del tamaño del perro: hay perretes pequeños con una necesidad de ejercicios y de recibir estímulos enorme y hay perros grandes y tranquilos que son como alfombras en casa. Suelo recordar a Caín, un enorme mastín de unos amigos que vivía en un piso de una sola habitación y que con una vuelta a la manzana tenía bastante.
Además, la necesidad de ejercicio no sólo varía según el perro, también según el periodo de la vida en el que se encuentre ese animal. Mi Troya era una fuerza de la naturaleza cuando la adopté. Tenía unos cuatro o cinco años, era una atleta a la que todas las mañanas llevaba a un pinar cercano a correr y desfogarse. Ahora, con diecisiete años, duerme más que mis gatos y afronta la mayoría de los paseos con pereza y ganas de volver pronto a casa.
Con sus necesidades de salir a pasear, relacionarse y olisquear cubiertas, necesidades que (resumiendo) varían mucho en cada animal, lo que ese perro hará en el piso es estar a nuestro lado. Ya podemos tener una casa de quinientos metros con una parcela gigantesca, que le veremos casi siempre junto a nosotros, dormitando o reclamando caricias y juegos tan contento.
Más contento, desde luego, que si la alternativa es un chenil en una perrera o protectora. No querer adoptar a un animal que está en esas condiciones pudiendo dedicarle tiempo solo porque creemos que el tamaño de nuestro piso no le hará feliz, resulta bastante absurdo.
Volvemos a lo de siempre, lo más importante es adoptar a un perro cuyo carácter y nivel de actividad se adapte mejor a nuestro modo de vida y a lo que podemos ofrecerle. ESO es lo importante y no mirar el aspecto que pueda tener.
Y si no tenemos tiempo para dedicarle y ganas de asumir los retos que se nos planteen, da. Igual que tengamos una mansión gigante, más vale que nos abstengamos de tener perro.
La perrita que veis en las imágenes se llama Coco y la conozco personalmente. Es una labradora joven (un año y siete meses), con un carácter estupendo. Se lleva bien con niños y con otros perros, aunque con gatos no se ha hecho la prueba. Solo quiere mimos y juegos, pero es tranquila y se queda perfectamente sola en casa.
Busca una familia responsable que le dé una segunda oportunidad. “Ella solo quiere dar amor y que se lo den”, me cuentan. Está acostumbrada a vivir en una casa con niños y no tira de la correa al pasear, solo cuando ve a otro perro para saludarle.
Se da en adopción preferiblemente en Madrid o alrededores. Está esterilizada y se hará seguimiento.
Contacto: evamhc76@gmail.com
* actualización: Coco ya tiene adoptantes
La entrada Los perros no necesitan grandes casas y enormes jardines, necesitan nuestro tiempo y atención aparece primero en En busca de una segunda oportunidad.